Salvador DalÍ

El canibalismo es una de las manifestaciones más evidentes de la ternura. Salvador Dalí

sábado, 31 de diciembre de 2011

Se lo debo.

Todo se lo debo al tiempo; Por estar acompañado de una chica  dura, por ser quien es y así me gusta. Todo se lo debo a ella, por mostrarme que no tengo la razón siempre. Que es mejor quedarse callado cuando no tengo algo bueno que decir, que hay que comportarse bien, a pesar de cualquier infortunio. Todo se lo debo a las buenas ganas de una señora que ha sabido como tenernos paciencia, y a las corazonadas de madre. Todo se lo debo a las enseñanzas que provienen de la flaca morena, de cómo no me hace caso cuando me vuelvo un capricho y me sienta cuando le hablo como niño. A las muchas ocasiones en las que me dijo que me quería, aumentando mí autoestima. A las veces en que no me contestó, pero deseaba que la llamase. Que la celara de corazón; Por no ser ella una contra o una oposición.

Todo se lo debo por toparme con una chica dura, y no algo fácil, frígido o senil. Por hacerme ver que las mujeres valen más que los hombres; Que no es solamente mi madre, sino ella. Todo se lo debo al hecho de que me mostró que soy humano, que me equivoco más de lo deseado, que mi opinión no es la única que vale, y todo el poder que le hemos dado. Yo se lo debo a ella, pero se lo debo a él, a Adonay,Mitraton, Eloim, Jehová y Yahvé. Por hacerme cruzar a la derecha y no a la izquierda. Se lo debo porque ahora soy una insignificante criatura “pobre, pequeña y pecadora”

Lo que soy se lo debo a lo que ya no soy, pero se lo debo, a lo que seré.



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Mariana.

Mientras tú cogías el rímel y lo esparcías tan perfectamente sobre tus ojos, yo me enamoraba.

Aquella noche, las luces de las tapias te hacían ver exquisita.

No había forma en que las buenas vibras no nos acompañasen esa noche.

-Mariana; tus ojos, tu cuerpo, tu alma-.

Porque sabíamos muy bien, que si nos cubríamos los ojos con una de tus medias pantis, veríamos poco. Haríamos a un lado lo que nos preocupaba. -¿cuántos cigarros habían en la caja? ¿Quién pagaría el taxi de subida, y  quien el de bajada?

Ese frio que te penetra hasta la medula, era menos agobiante…

Me da pánico escénico, si me toca ser  aquella persona de la que todos hablan.

Pero por esta vez, todos tenían pintorescas mascaras.

-Mariana; tus ojos, tu cuerpo, tu alma, esa noche. Me acompañaba-.










A.A.A

Entender que no eras igual a las demás no fue cosa fácil, querida.

Una niña, una mujer, una amiga, unos rulos negros, una piel –como lo dijo aquel carajo- color canela.
Una madre, un hermano, un abuelo.
Algunas primas, unas amigas,  sus tías.
Y por supuesto, no olvidamos a su madrina.
Una demanda, un grafiti, la pasta china.
Rojo, el modelaje, las fotos y la cadena con la patilla.
El cuello, los cojines, los payasos y el teléfono.
La terraza, la nariz, los aplausos mezclados con sus pasos.
Las sonrisas, los gestos, Antonino y su disposición tiempo completo.
El que no ves desde enero, la que se fue con mi mejor amigo, la poesía y los libros.
Lo entendible, lo inexplicable, la protección que le da su padre.
Los cuentos, las discusiones, los mensajes.
Las chaquetas, los taxis, avenida Don Tulio, calle 31.
Los vecinos, caja seca, Francis y la flor de madera.
Nanolandia, las canciones, virgínea y las alegrías.
Las preguntas, las respuestas, el silencio, criminología.
Los dedos, las lenguas, los malandros día a día.
La conquista del mundo, los 16, los 18, y lo que nos queda de vida…















  








martes, 20 de diciembre de 2011

Mí efervescencia.

Yo vuelvo a mi efervescencia porque es el

 refugio más barato que tengo.

 Sin ninguna deuda, pero con pelusa y pelo de perro.

 Al rincón donde yo nací

e innumerables veces me raspe las rodillas,

llorando luego de que mi padre derramara en ellas Merthiolate.

 Creyendo en la palabra de jehová
y en las caricias de mi madre.